jueves, junio 22, 2006

La ciudad y los cerdos

Pensaba titular esta entrada “La ciudad y los perros”, según la gran novela de Vargas Llosa. El asunto era quejarme amargamente por tener que andar por las calles de mi ciudad (Sevilla) esquivando excrementos caninos. Pero he cambiado el título, porque me he dado cuenta que los culpables no son los perros, sino los cerdos. Sí, porque para poner un perro a hacer sus necesidades en la calle, y después irse sin recoger el “regalito”, provocando que los niños se infecten con los infinitos gérmenes que lleva (es lo que ni los perros pueden tener dentro), que los ancianos puedan resbalar y caer, que cualquiera lo pisemos y nos lo llevemos a casa, y en fin, que tengamos que ir oliendo mierda por la calle; para dejar que pase todo eso, hay que ser un cerdo.


Estoy seguro que esas personas en su vida habitual son, en general, buena gente; pero cuando esparcen mierda por las calles por las que tenemos que pasar los demás, entonces están actuado como auténticos puercos. Y creo que va siendo hora de que se den cuenta y cambien su actitud, al fin y al cabo tampoco cuesta tanto coger una bolsita y echarla a un contenedor, me parece a mí.